27 de noviembre de 2024
Presupuesto y eliminación de las PASO: el Gobierno enfrenta su contradictorio juego de necesidades
El oficialismo celebró la caída de la sesión de Diputados contra el decreto de canje de deuda. Fue decisiva una señal negociadora hacia los gobernadores, aunque no hay final asegurado. Quedó expuesta la posición de fuerza de Olivos y también los límites de sus jugadas
Desde el Gobierno, se juega entonces con la posibilidad de incluir o no el Presupuesto 2025 en un llamado a extraordinarias, siempre dejando circular la posibilidad de manejarse otra vez con una extensión presupuestaria que le permitiría mayor discrecionalidad y poder sobre las provincias. Y se advierte que un renglón de igual o mayor trascendencia para el oficialismo es la reforma electoral con eje en el fin de las PASO. Esto último se apoya en la fatiga producida por el carácter obligatorio de las primarias, además del cuestionamiento a su costo.
Desde las provincias, se combinaron mensajes reservados para retomar las tratativas con el Gobierno y reclamos explícitos: el más notorio volvió a mostrar juntos a los cinco mandatarios de la UCR y a los tres del PRO y sus dos aliados. Esa decena de gobernadores ratificaron su respaldo a la política de equilibrio fiscal pero insistieron con sus demandas, siempre bajo el señalamiento de haber avanzado más que el Estado nacional en el ajuste de sus cuentas.
La lectura sobre la pulseada por el Presupuesto no se agota en el proyecto. El mensaje es más amplio, aunque desde Olivos se haya impuesto el clima sobre la necesidad de los jefes provinciales ante la firmeza propia. ¿Por qué trasciende ese punto? La respuesta central está dada en la caída de la sesión para rechazar el decreto sobre canje de deuda. El mínimo gesto de negociación con gobernadores -y su proyección en los bloques- expuso a la vez las necesidades de Olivos.
En síntesis, mostró que acuerdos o treguas de este nivel impiden que jugadas duras contra el Ejecutivo pasen la prueba del quórum. Esa una línea que, si no funciona, puede permitir el avance con leyes potentes no tanto por su contenido específico, sino además por el desafío político: ya le ocurrió al Presidente tener que recurrir al veto y al oficialismo, sufrir para blindarlo con algo más de un tercio en Diputados, es decir, con aliados.Ahora, en el fragmentado mapa político, asoma además el impulso -difundido como fuerte apuesta política por el núcleo presidencial- al proyecto de eliminación de las PASO, completado con un cambio que impactaría especialmente sobre el financiamiento de los partidos. El plan contra las elecciones primarias, para tener éxito, demandaría otro tipo de alianza legislativa y un nuevo punto de tensión con dialoguistas y aliados.
El PRO, el radicalismo, la CC y otros espacios rechazan el fin absoluto de las PASO y, con distintos formatos, plantean en general modificaciones de la ley, no su derogación. Para esos sectores, las primarias resultaron un elemento de enorme utilidad en la construcción de alianzas, la última con la marca JxC. Está claro que facilita o al menos ofrece un camino para el armado de coaliciones.Eso no garantiza automáticamente una confluencia, aunque corre en la misma dirección que la polarización impulsada por Milei y aceptada convenientemente por CFK. En ese imaginario, se trata de jefes fuertes, cada uno en su vereda, definiendo el juego. Y de círculos cerrados confeccionando listas. Es algo que ocurre con o sin obligación de primarias.
El punto es otro frente a lo que se difunde como otra señal de poder: los proyectos de ley que cambian las reglas electorales reclaman mayoría absoluta de la totalidad de cada Cámara. Puede funcionar entonces como recurso discursivo. En cambio, para avanzar, sería más compleja la negociación y, antes, la elección de aliados. Eso también hace a la narrativa.